POR RONNIE CAMACHO
Tenía cinco días de haber arribado a mi casa en Empalme, cuándo recibí una llamada de Guadalajara Jalisco: «Ronnie, felicidades por tu tremenda actuación en la Liga Mexicana y con nuestros Pericos de Puebla, todos nosotros aquí estuvimos muy pendientes de tus juegos».
No me dejaba hablar y le contesté: ¿quién habla?. «Soy Samaniego y estuvimos contigo en un Juego de Estrellas aquí, fuimos a verte, el ‘Poly’ Bernal, el ‘Chevo’ Meza, ‘El Flaco’ Ramírez, y te retrataste con nosotros ahí, en la caseta de jugadores».
«El asunto que me lleva hacia tu persona, es el siguiente, te hemos preparado un recibimiento y después una pequeña fiestecita para poder estar contigo, pues estamos muy contentos. Ya vimos cómo te recibieron en Empalme y como nosotros somos empalmenses radicados aquí en Guadalajara, queremos también participar. ¿Qué dices?».
Pues le entramos, le contesté, no me puedo negar y menos con ustedes y ¿cuándo sería?
«Ya hoy es miércoles, vente en el tren y aquí estaremos todos en la estación, ¿cómo la ves?». Ok, saldré ese día, voy a ir solo, de la Oficina de Personal de Talleres Generales te van a confirmar mi salida.
Y así fue, todavía me sentía cansado de tanto ajetreo, pero a esa gente no podía fallarle, todos trabajaban en las oficinas centrales de ferrocarriles y todos eran y siguen siendo mis amigos entrañables, allá en Guadalajara.
Cuando arribé a la estación, y bajé del coche dormitorio, al primero que miré fue a don Ramón Arriola, luego al «Chevo» Meza, a «Tacho» Villasana, «Chema» González, a «Perico» Pérez, a «Pasitos» Echeverría, (ahí andaba también) al «Chilero» Gastélum y muchos más.
Nuevamente me sentía en casa, ahí estaban para abrazarme, me hacían muchas preguntas, me tocaban los brazos, en fin, se veían muy contentos. Me llevaron a un lugar que no recuerdo como se llamaba, era un salón con mucho espacio y muy bien decorado y céntrico.
Ahí estuvimos comiendo y charlando muchas horas, nos retiramos y al otro día fui a las oficinas que estaban en la calle Tolsa y saludé a los que no fueron. Me regresé a Empalme en el tren y en el trayecto de cerca de 18 horas de viaje me puse a pensar, que seguiría después, estaba por iniciar el beisbol invernal y jugaría con mis Rieleros.
Bendito sea Dios tuve otra actuación relevante, ya que fue el año de los 27 jonrones, y para satisfacción muy personal lo hice en mi tierra y también para todos los fanáticos de Empalme, que eso era precisamente lo que esperaban de mí, confirmar lo que se hizo en verano.
El beisbol siguió su curso, se desintegró nuestro equipo y caí en Guaymas donde también a esos fanáticos les di una buena actuación. Después empezó la turbulencia, de pronto me sentí otro, no era el mismo Ronnie, como que la salida del Estrellas Empalmenses me afectó, al siguiente año de haber ganado el campeonato para los Vagabundos de Guaymas fui cesado del timón (no le ganábamos a nadie), y me dejaron de jugador.
No les importó que un año antes había sido Líder de la Liga en jonrones y carreras impulsadas al lado de Obed Plascencia y Arturo Bernal. No me recuperé rápido de esa acción de los directivos, después pensé: «bueno, qué carajos, alguien tenía que pagar los platos rotos», y lo que más temía era caer en la decadencia moral.
No me di por vencido. Seguí mi trote por los caminos difíciles del beisbol, me quedaban todavía fuerzas para jugar en el verano de la Liga Mexicana con los Pericos de Puebla, ahí también se aparecieron detalles insalvables de organización.
En el equipo poblano dio inicio a la desaparición de algunos jugadores estrellas y que fueron base para ganar el primer campeonato en 1963, a Moi Camacho lo enviaron al México, que hasta la fecha nunca supe la razón. Se dijo mucho que lo habían cambiado porque deseaban jugar con jóvenes, fue cuando los medios de difusión en Puebla y algunos de CDMX comentaron: «Los que llegaron en ese cambio eran más viejos que Moi».
Después a los Broncos de Reynosa los habilitaron con los mejores jugadores que se tenían en ese momento, el resultado fue que ganaron el campeonato en aquella fronteriza ciudad.
Yo quedé prácticamente solo, pero también esperando que me corrieran de Puebla, tuve algunos años de pesadilla, aguantando los insultos de los fanáticos, para que al final desaparecieran la franquicia a Yucatán, me despedí de ahí, bateando los .300 de average, con 24 jonrones y fui líder en carreras impulsadas de la Liga con 116.
Recuerdo que Castaño, el manager nuestro, me dijo el último día en el mero jom después de batear un jonrón: “Ronnie, míralos como te aplauden y te echan porras, son los mismos de hace un año quienes pedían tu cabeza, que sorprendente es este juego y la reacción de los fanáticos”.
«El Mago» Septién tuvo mucha razón en decir una de las muchas frases que se hicieron famosas: «El beisbol es luz y sombra».
En Yucatán tuve lo que fue el último aviso para que me retirara de la actividad. Por primera ocasión en mi carrera y en mi vida duré más tiempo en la banca que jugando de regular, por caprichos de un directivo que no fui de su gracia, la consigna era que no jugara, andaba en el equipo como una figura decorativa, donde todos mis compañeros de los equipos contrarios se compadecían de mí, me aconsejaban que «aguantara vara».
Lo mejor de todo vino casi al final de la temporada. Estábamos jugando en Veracruz, el juego empatado en el décimo inning a cero carreras, y Ramiro Nuño estaba lanzando el juego de su vida por el Águila.
Llegó a batear el pitcher novato Javier Martínez, que también estaba enfrascado en un tremendo duelo, y Castaño me dice: «Ronnie agarra un bat y dale un palo a ese tipo, vas a batear por Javier, a ver si no me corren al llegar a Yucatán».
Me lo dijo muy en serio. El resultado fue que bateé un jonrón y ganamos 1 a 0, había sido mi jonrón 300, para ser el primero en hacerlo en la historia de la Liga Mexicana. «Tony con este jonrón y el juego ganado, no creo que te corran, al que van a correr es a otro».
Con el tiempo llegué a los Venados de Mazatlán y ahí como que la magia beisbolera me acompañó en esos años. Hasta logré ganar el campeonato para ellos y terminamos en la Serie del Caribe.
También ahí me cesaron al siguiente año como manager, ya de huésped en mi casa de Empalme los días de inactividad me sirvieron para ordenar mis asuntos particulares.
Analicé mi efímera carrera como manager, tratando de ver hacia adelante en otras áreas que me redituaran una posición estable y logré irme a Cananea, donde la empresa Grupo México me tendió la mano ofreciendo un puesto importante en el organigrama de trabajo.
Ahí duré 27 años en una perfecta armonía con toda la gente de esa comunidad. Con el tiempo ya ni me acordaba quien era Ronnie Camacho. En mi trabajo en aquella ciudad manejaba diferentes actividades deportivas en el Centro de Usos Múltiples construido por el Ing. Óscar González Rocha Presidente del Corporativo hasta la fecha, con sede en Perú y en CDMX, especialmente para que los trabajadores de la empresa practicaran su deporte favorito.
El nombre de nuestra empresa ya era conocido en todo el estado, como la mejor promotora del deporte organizado, pues siempre atendía y visitábamos a las entidades por las convocatorias enviadas por las asociaciones deportivas de la Federación de CANANEA. Una grata experiencia en mi vida.
Jamás pensé que algún día me pondría un uniforme de basquetbol, ni que aprendería reglamentos de futbol, donde se llegó a tener 14 Equipos, 15 equipos de beisbol con invitados del municipio y asistiendo a invitaciones por convocatorias de las Asociación del estado.
En softbol llegamos a tener 12 equipos que también iban a los estatales, formamos un circuito de basquetbol la cual llamamos CIRREBA, que formaría competencias de dominó y ajedrez para niños y adultos, así como pin pong y billar.
Dentro de mi área deportiva se encontraba la cultural. Aquí se trajeron a grandes y reconocidos conferencistas La convivencia familiar siempre fue importante para la empresa, por lo mismo se hacían festejos el Día del Niño y de las Madres con estupendos regalos.
Todo esto fue una experiencia muy completa en los 27 años vividos en Cananea, y más cuando te das cuenta del trato y de respeto hacia mi persona y la de mi esposa